Longitud. 8 kilómetros. Duración. 2.15 h.
Un agradable paseo para descubrir la Villa marinera de Ribadesella.
Desde la Oficina de Turismo cruzamos la Avenida de Palacio Valdés y tomamos la calle de Ramón Soto para desembocar en la calle del Infante. En esta calle finaliza la calle Transmarina que da acceso al barrio más antiguo de Ribadesella, “El Portiellu”. Aunque nuestra ruta gira a la izquierda hacia la Plaza de María Cristina, donde se encuentra localizado el Ayuntamiento de la Villa, instalado en el Palacio renacentista de los Cutre.
Continuamos hacia la calle Manuel Fernández Juncos. En su inicio nos toparemos con la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena que alberga cuatro murales realizados por los hermanos Uría Aza. Esta calle además, cuenta con algunos de los edificios más reseñables de la Villa, como la Casa de González Prieto, hoy Correos y la Casa de Collado, en la que destaca un escudo de armas del siglo XVIII. Al llegar a la plaza de Villar y Valle, debemos encaminarnos hacia la ladera del Monte Corberu. Lo primero que nos llamará la atención, es la Torre de la Atalaya. Del siglo XIX, fue construida sobre los restos de una antigua torre de defensa medieval. La ascensión discurre por el llamado Camino de Guía que finaliza en la Ermita de Nuestra Señora de Guía, capilla renacentista de finales del XVI. La parada es obligatoria, pues las vistas sobre el mar, la playa y la propia Villa son incomparables.
Proseguimos nuestro camino descendiendo hasta el Paseo de la Grúa. Giramos a la derecha hacia el final del paseo, para admirar las enormes piedras labradas que definen la barbacana construida sobre el 1830 y cuya función era la de auxiliar a los barcos que entraban a puerto. Allí, después de asomarnos por encima del muro de contención para recrearnos con la entrada, habitualmente furiosa, del Cantábrico volvemos sobre nuestros pasos y continuamos por el Paseo de la Grúa. Éste fue construido a finales del XVIII, como camino de sirga. El empedrado de cantos rodados colindante al mar, permitía el apoyo en el tiro de los bueyes que transportaban mercancías para ser cargados en los barcos. También destacan los cilindros de piedra donde se ataban los cabos, denominados “rulos de retorno”. El paseo se completa con dos rutas paneladas.
Una Ruta mitológica e histórica.
a “Ruta de la Mitología” y la “Ruta Histórica del Puerto de Ribadesella”, dibujada por Mingote. Las viñetas del genial dibujante describen diferentes momentos de la historia de la Villa. En las inmediaciones del puerto pesquero, entre nansas y redes, nos toparemos con la lonja o rula. Este singular edificio fue construido en la primera mitad de los años treinta y es un claro ejemplo de la denominada “arquitectura racionalista”. Corriente europea del periodo de entreguerras. Seguimos ahora por el Paseo de la Princesa Leticia hasta el Puente del Sella. Una vez cruzado el mismo, giramos a la derecha hacia la llamada Punta del Arenal, comienzo de la bella Playa de Santa Marina. Caminando por su paseo disfrutaremos con los espectaculares Palacetes de Indianos que flanquean el arenal. Se trata de una sucesión de chalets, palacios y casonas construidos entre los siglos XIX y XX que no dejarán indiferente al visitante, no sólo por sus aires modernistas sino por su diversidad en las formas y colores. Disfrutando con calma del mar y de la playa llegaremos al final de la misma, donde debemos dirigirnos hasta la Punta´l Pozu, lugar especial donde en los días de fuerte marea las olas golpean con estrépito el muro de contención. Descendiendo por las escaleras metálicas, podremos encontrar varias icnitas o huellas de dinosaurio impresas sobre el acantilado que de manera vertiginosa desciende hasta el mar.
Volvemos sobres nuestros pasos, para abandonar la playa y dirigirnos por la calle Ramón y Cajal hacia el Paseo del Malecón, donde se ubica el Parque Natural del mismo nombre. Se trata de una marisma de gran interés ecológico por albergar una amplia variedad de aves migratorias. Sobre la marisma se haya habilitada una senda con pasarelas, torretas y puentes para observar el entorno de la misma.
Paralelos al río San Pedro llegaremos al final del parque y desde allí por la calle del Picu hasta el Puente y la oficina de Turismo, fin de nuestra ruta.
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